Los alumnos escucharán una canción de Antonio José y tendrán que anotar en sus cuadernos los campos semánticos que observen en la letra de dicha canción.
Tengo un corazón
Que ha aprendido lo que quiere sin ningún temor
Que se desvela en madrugada
Si aunque, caiga, caiga sigue
Adelante mientras tenga su voz
Tengo un corazón
Que es tan fiel a sus latidos
Tengo una razón
Que respeto y que me arrastra
Para siempre ser el mismo
Y por eso no me rindo, hoy no
Tengo una emoción sin frenos
Que habla a solas con el viento
Tengo un corazón
Que grita vida, vida, vida por ti
Y puede ser, que se derrumbe el universo
Y puede ser, que nos destroce este silencio
No temas junto a mí, yo siempre estaré ahí
Buscando una salida para no caer
Y puede ser que hoy se acabe el mundo
Y puede ser que no encontremos nada
Y que nos quede una sonrisa
Un destello en las cenizas
Yo seguiré apostando por ti, por ti
Tengo una canción
Y un poema en la maleta que habla de los dos
Un te quiero y una vida
Que no entiende de mentiras
Que te busca y aún respira tu voz
2. Exposición teórica: campo semántico:
3. Lectura de una serie de fragmentos, e identificación de campos semánticos:
Campo semántico relacionado con el
mundo animal:
Todos
los animales fueron a refugiarse despavoridos. Los conejos agacharon las orejas
y corrieron a esconderse en sus madrigueras; los pájaros volaron en bandadas a
sus nidos; las gacelas corrieron, como lo que eran, alejándose rápidamente de
ese ruido tan temido; las manadas de jabalíes se dirigieron a las zonas más
boscosas y, en un momento, el bosque quedó completamente vacío.
Campo semántico relacionado con
elementos comestibles de un procedentes de un bosque:
Eso
parecía, pero una liebre llamada Rufa, con muy poca vista y completamente
sorda, estaba sentada tranquilamente a la sombra de un árbol, sin enterarse de
nada. Después de comer copiosamente setas, raíces, bulbos y unos deliciosos
frutos del bosque, se tumbó allí mismo y se quedó dormida.
Campo semántico de la caza:
Enseguida,
llegaron los cazadores, que al ver a sus tres perros ladrar en la otra
dirección, los siguieron sin sospechar nada raro. Los hombres, con sus
escopetas, pasaron a escasos metros de Rufa, que, gracias a su poca visión y a
su sordera, continuaba durmiendo plácidamente, ignorando, que se acababa de
salvar de una muerte casi segura.
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