A Dafne ya los brazos le crecían, y en luengos ramos vueltos se mostraban; en verdes hojas vi que se tornaban los cabellos que al oro escurecían.
De áspera corteza se cubrían los tiernos miembros, que aún bullendo estaban; los blancos pies en tierra se hincaban, y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño, a fuerza de llorar, crecer hacía el árbol que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño! ¡Que con lloralla crezca cada día la causa y la razón por que lloraba!
Análisis del contenido
Se trata del soneto XIII, un poema de tema mitológico
del poeta renacentista castellano Garcilaso de la Vega, una de las figuras más
representativas de la lírica española. En él se recrea un episodio de
las Metamorfosis de Ovidio: la ninfa Dafne, perseguida por el dios Apolo,
se convierte en laurel.
La utilización de los mitos es uno de los motivos
recurrentes en la poesía castellana renacentista, así como la aparición en la
métrica castellana de una forma estrófica italiana, el soneto, que Garcilaso
traerá a España.
El tema del poema es el amor imposible, inalcanzable,
que provoca en el amante un dolor muy intenso, pero no podemos olvidar, que el
soneto en sí, es la descripción de la metamorfosis de Dafne.
Por lo que respecta a la estructura, cabe decir que un
soneto es una estrofa de estructura rígida que, normalmente, suele hacerse
corresponder con una especial distribución del contenido. Garcilaso ha descrito
en los dos cuartetos el proceso de transformación de la ninfa Dafne en árbol y
ha reservado los tercetos para expresar el sentimiento de dolor que
experimentaba el desconsolado Apolo al comprobar cómo sus lágrimas vertidas
riegan el árbol y lo hacen crecer. El último terceto identifica el dolor sin
consuelo de Apolo con el dolor de Garcilaso, y en general, de cualquier amor
perdido.
Análisis de la forma
Garcilaso de la Vega ha utilizado en este poema la
estructura métrica del soneto, poema estrófico de catorce versos
endecasílabos distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos. La rima es
consonante y su distribución es la siguiente: ABBA/ ABBA/ CDE/ CDE.
Si nos detenemos en el análisis del texto propiamente
dicho, llama la atención la perfecta estructuración de ambos cuartetos que una
estructura paralelística formada por cuatro pluralidades:
Aspecto humano Aspecto no humano (vegetal)
brazos
luengos ramos
cabellos
verdes hojas
tiernos
miembros
áspera corteza
blancos
pies
torcidas raíces
La disposición de estos elementos es, igual que
ocurría en las oraciones, quiasmática (es decir, en equis). Como vemos, se
contraponen dos aspectos de una misma realidad: Dafne; estos dos aspectos
suponen dos momentos del proceso de la mutación que sufre la
protagonista: aspecto humano / aspecto no humano (vegetal)
Estos elementos se distribuyen de la siguiente manera:
A Dafne ya los brazos le
crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que al
oro escurecían.
En este primer cuarteto, los elementos humanos abren y
cierran la estrofa, mientras los elementos vegetales quedan encerrados en los
dos versos interiores. Predomina lo humano, pero lo vegetal permanece
escondido, en embrión, a la espera del segundo paso en la metamorfosis
definitiva.
En la segunda estrofa, las cosas cambian:
De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros,
que aún bullendo estaban;
los blancos pies en
tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.
Es lo vegetal, la corteza y las raíces, lo que recubre
en este caso la sencilla estructura del cuarteto. En medio, los elementos
humanos parece que pugnan desesperadamente por sobrevivir ante los designios
implacables de los dioses.
Como hemos señalado antes, la estructura métrica del
soneto ha determinado la disposición del contenido. Garcilaso describe en los
dos cuartetos la transformación de la ninfa en árbol y para ello utiliza
violentos hipérbatos con los que pretende mostrar la violencia que supuso la
transformación de la ninfa en árbol. Igual que la ninfa se convierte en un
árbol retorciéndose de dolor, los elementos de la oración se retuercen y
alteran su estado habitual. Un buen ejemplo es el primer verso: “A Dafne ya los
brazos le crecían” cuyo orden debería ser: “Los brazos ya le crecían a Dafne”.
Llama también la atención el estilo plenamente verbal.
Los verbos están colocados en una posición destacada del verso, provocando el
efecto métrico de la rima, con lo cual se resalta el aspecto dinámico del
cuarteto.
La adjetivación, sin ser excesiva, sirve para mostrar
las características de los elementos vegetales, destacando el epíteto “verdes
hojas”.
Por otra parte, aparece también un elemento de la
descripción del tópico de la dama renacentista: “los cabellos que al oro
escurecían”, donde una hipérbole ponderativa viene a recordar el viejo tópico
de la dama rubia como el oro. Esta característica, “cabello rubio” junto a los
“tiernos miembros” y “blancos pies” que aparecerán más adelante, completan el
cuadro de la dama frágil y bellísima que los poetas solían recrear, lo que
acrecienta más la violencia de la transformación.
Por medio de estos recursos, que aparecen
también en el otro cuarteto, Garcilaso consigue que la transformación de Dafne
en laurel aparezca ante nuestros ojos de una manera muy viva y real.
Favorece esta interpretación la observación de los
adjetivos que acompañan a los nombres: “tiernos” y “blancos” para referirse a
los elementos humanos, remarcando más la característica de fragilidad y “áspera”
y “torcidas”, para referirse a los elementos vegetales, reforzando la imagen de
dureza, crueldad.
Si observamos los verbos, podemos ver también cómo
sirven para manifestar la violencia de la transformación. Mientras los
elementos vegetales van acompañados de verbos que sugieren modificación
envolvente “se cubrían”, “se volvían”, los elementos humanos llevan consigo
verbos que tienen connotaciones de lucha: “que aún bullendo estaban” ,
“se hincaban”.
El primer terceto hace referencia directa al final del
mito. Se alude de manera perifrástica al dios Apolo (“Aquel que fue la causa de
tal daño”) y a cómo al ver convertida en laurel a su amada, llora
desconsoladamente y sus lágrimas, al caer al suelo, riegan la planta, por lo
que ésta crece con rapidez.
En el segundo terceto, el poeta se hace eco del dolor
del personaje mítico y proclama emocionalmente la intensidad de su sufrimiento
amoroso, por medio de exclamaciones retóricas. El mito pasa a tener valor
universal y personal: el sufrimiento amoroso es inagotable porque el dolor hace
surgir de nuevo el dolor, igual que las lágrimas de Apolo hacen crecer el árbol
en que se convirtió Dafne.
Conclusión
Garcilaso de la Vega, en este soneto, ha escogido un
mito clásico, cuyo significado, el amor inalcanzable, tiene relación con su
propia experiencia humana. La composición, modelo de perfección técnica y de
elaboración, pertenece sin duda a su época de madurez, cuando tras su estancia
en Nápoles, ha asimilado el italianismo poético.
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