lunes, 22 de abril de 2019

Soneto XIII analizado en clase. (Garcilaso de la Vega)


A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que al oro escurecían.

De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban;
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
el árbol que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado, oh mal tamaño!
¡Que con lloralla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!

Análisis del contenido
Se trata del soneto XIII, un poema de tema mitológico del poeta renacentista castellano Garcilaso de la Vega, una de las figuras más representativas de la lírica española.  En él se recrea un episodio de las Metamorfosis de Ovidio: la ninfa Dafne, perseguida por el dios Apolo, se convierte en laurel.
La utilización de los mitos es uno de los motivos recurrentes en la poesía castellana renacentista, así como la aparición en la métrica castellana de una forma estrófica italiana, el soneto, que Garcilaso traerá a España.
El tema del poema es el amor imposible, inalcanzable, que provoca en el amante un dolor muy intenso, pero no podemos olvidar, que el soneto en sí, es la descripción de la metamorfosis de Dafne.
Por lo que respecta a la estructura, cabe decir que un soneto es una estrofa de estructura rígida que, normalmente, suele hacerse corresponder con una especial distribución del contenido. Garcilaso ha descrito en los dos cuartetos el proceso de transformación de la ninfa Dafne en árbol y ha reservado los tercetos para expresar el sentimiento de dolor que experimentaba el desconsolado Apolo al comprobar cómo sus lágrimas vertidas riegan el árbol y lo hacen crecer. El último terceto identifica el dolor sin consuelo de Apolo con el dolor de Garcilaso, y en general, de cualquier amor perdido.
Análisis de la forma
Garcilaso de la Vega ha utilizado en este poema la estructura métrica del  soneto, poema estrófico de catorce versos endecasílabos distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos. La rima es consonante y su distribución es la siguiente: ABBA/ ABBA/ CDE/ CDE.
Si nos detenemos en el análisis del texto propiamente dicho, llama la atención la perfecta estructuración de ambos cuartetos que una estructura paralelística formada por cuatro pluralidades:
Aspecto humano                                    Aspecto no humano (vegetal)
brazos                                                        luengos ramos
cabellos                                                      verdes hojas
tiernos miembros                                      áspera corteza
blancos pies                                               torcidas raíces

La disposición de estos elementos es, igual que ocurría en las oraciones, quiasmática (es decir, en equis). Como vemos, se contraponen dos aspectos de una misma realidad: Dafne; estos dos aspectos suponen dos momentos del proceso de la  mutación que sufre la protagonista: aspecto humano / aspecto no humano (vegetal)
Estos elementos se distribuyen de la siguiente manera:
A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que al oro escurecían.

En este primer cuarteto, los elementos humanos abren y cierran la estrofa, mientras los elementos vegetales quedan encerrados en los dos versos interiores. Predomina lo humano, pero lo vegetal permanece escondido, en embrión, a la espera del segundo paso en la metamorfosis definitiva.
En la segunda estrofa, las cosas cambian:
De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban;
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.

Es lo vegetal, la corteza y las raíces, lo que recubre en este caso la sencilla estructura del cuarteto. En medio, los elementos humanos parece que pugnan desesperadamente por sobrevivir ante los designios implacables de los dioses.
Como hemos señalado antes, la estructura métrica del soneto ha determinado la disposición del contenido. Garcilaso describe en los dos cuartetos la transformación de la ninfa en árbol y para ello utiliza violentos hipérbatos con los que pretende mostrar la violencia que supuso la transformación de la ninfa en árbol. Igual que la ninfa se convierte en un árbol retorciéndose de dolor, los elementos de la oración se retuercen y alteran su estado habitual. Un buen ejemplo es el primer verso: “A Dafne ya los brazos le crecían” cuyo orden debería ser: “Los brazos ya le crecían a Dafne”.
Llama también la atención el estilo plenamente verbal. Los verbos están colocados en una posición destacada del verso, provocando el efecto métrico de la rima, con lo cual se resalta el aspecto dinámico del cuarteto.
La adjetivación, sin ser excesiva, sirve para mostrar las características de los elementos vegetales, destacando el epíteto “verdes hojas”.
Por otra parte, aparece también un elemento de la descripción del tópico de la dama renacentista: “los cabellos que al oro escurecían”, donde una hipérbole ponderativa viene a recordar el viejo tópico de la dama rubia como el oro. Esta característica, “cabello rubio” junto a los “tiernos miembros” y “blancos pies” que aparecerán más adelante, completan el cuadro de la dama frágil y bellísima que los poetas solían recrear, lo que acrecienta más la violencia de la transformación.
Por medio de estos  recursos, que aparecen también en el otro cuarteto, Garcilaso consigue que la transformación de Dafne en laurel aparezca ante nuestros ojos de una manera muy viva y real.
Favorece esta interpretación la observación de los adjetivos que acompañan a los nombres: “tiernos” y “blancos” para referirse a los elementos humanos, remarcando más la característica de fragilidad y “áspera” y “torcidas”, para referirse a los elementos vegetales, reforzando la imagen de dureza, crueldad.
Si observamos los verbos, podemos ver también cómo sirven para  manifestar la violencia de la transformación. Mientras los elementos vegetales van acompañados de verbos que sugieren modificación envolvente “se cubrían”, “se volvían”, los elementos humanos llevan consigo verbos que tienen connotaciones de lucha: “que  aún bullendo estaban” , “se hincaban”.
El primer terceto hace referencia directa al final del mito. Se alude de manera perifrástica al dios Apolo (“Aquel que fue la causa de tal daño”) y a cómo al ver convertida en laurel a su amada, llora desconsoladamente y sus lágrimas, al caer al suelo, riegan la planta, por lo que ésta crece con rapidez.
En el segundo terceto, el poeta se hace eco del dolor del personaje mítico y proclama emocionalmente la intensidad de su sufrimiento amoroso, por medio de exclamaciones retóricas. El mito pasa a tener valor universal y personal: el sufrimiento amoroso es inagotable porque el dolor hace surgir de nuevo el dolor, igual que las lágrimas de Apolo hacen crecer el árbol en que se convirtió Dafne.
Conclusión
Garcilaso de la Vega, en este soneto, ha escogido un mito clásico, cuyo significado, el amor inalcanzable, tiene relación con su propia experiencia humana. La composición, modelo de perfección técnica y de elaboración, pertenece sin duda a su época de madurez, cuando tras su estancia en Nápoles, ha asimilado el italianismo poético.

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